The Madrid of the French

The Madrid of the French
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      Madrid
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      the
      French
Mbappé celebrates his first goal for Real Madrid against Atalanta

Mbappé celebrates his first goal for Real Madrid against Atalanta / Efe

Llama la atención el once inicial tipo y la composición de la plantilla del Real Madrid esta temporada. La globalización del club, impulsada por Florentino Pérez desde su llegada a la presidencia, ha llegado esta temporada a su cúspide con un plantel en el que el peso específico futbolístico recae en los franceses (Mbappé, Camavinga, Mendy, Tchouaméni) y los brasileños (Vinícius, Rodrygo, Militão, Endrick). Hay cinco jugadores españoles (seis, contando a Brahim, pese a que juega con la selección de Marruecos), pero solo Carvajal arranca la temporada como titular y con un ascendente indiscutible en el plantel, como le corresponde por ser el héroe de la final de la Champions contra el Borussia Dortmund y campeón de la Eurocopa de naciones. 

No es casualidad esta composición de la plantilla. El Madrid lleva años trabajando en este sentido, fichando a golpe de talonario a brasileños muy jóvenes (Vinícius, Rodrygo, Endrick) y a los europeos cuando han empezado a destacar en las ligas europeas (en diferentes generaciones, Modric, Kroos, Courtois, Camavinga, Tchouaméni, Bellingham…). Mbappé es otra cosa, un universo en sí mismo, un crack que llega a Chamartín con años de retraso, eterno aspirante a Messi que está por ver si llegará a ser como Cristiano Ronaldo. Desde sus primeros años en la presidencia madridista, a Florentino Pérez le ha costado fichar a jugadores españoles. Desde un punto de vista económico, son caros (Madrid y Barça pagan un sobreprecio en el mercado futbolístico nacional, una especie de redistribución de la riqueza); desde un punto de vista de marketing, no contribuyen a abrir nuevos mercados para la marca del Real Madrid como sí lo hacen los jugadores extranjeros. 

Competir con la Premier

El Real Madrid no está solo en esta estrategia. La Premier League, fiel a su vocación de erigirse en la Superliga global, juega el mismo partido: jugadores globales para clubes que aspiran a ser marcas globales. El Liverpool es un ejemplo de excelente gestión en los últimos años, y el Manchester United y el Chelsea constituyen el polo opuesto. El Manchester City es un caso intermedio. Por supuesto, es propiedad de un jeque y gasta cantidades ingentes de dinero en fichajes, pero ha invertido en talento británico (Stones, Walker, Grealish) y ha puesto en marcha una academia que empieza a dar sus frutos: Phil Foden, Cole Palmer (ahora en el Chelsea) o Rico Lewis. Hay en el proyecto del City, tanto en los despachos como en el banquillo y en el césped, un anhelo de permanecer a lo largo del tiempo, un deseo de dejar un legado, del que la academia es una parte importante en tanto en cuanto arraiga al club con la ciudad. 

La estrategia madridista tiene el efecto colateral de que si no hay apenas espacio para los jugadores nacionales, la cantera lo tiene muy difícil. El ascensor entre La Fábrica y el primer equipo está gripado desde hace tiempo, lo que tiene otros efectos, como el escaso peso del equipo blanco en las selecciones campeonas de la Eurocopa y de los JJ.OO. este verano. Contrasta con la exuberancia de jóvenes jugadores que vive la Liga española, con el Barça o el Valencia como clubes que han alumbrado unas espléndidas hornadas. El recurso de la cantera es fruto, entre otros motivos, de las políticas de saneamiento impuestas desde la Liga. Ante los límites salariales draconianos, los canteranos son una espléndida solución deportiva y, sobre todo, económica. Otro asunto es si los clubes formadores pueden retener su talento. 

Orgullo por Lamine Yamal

¿Se puede ser un club global y competir cara a cara con la Premier con la cantera? A un aficionado del Barça catalán nada le produce más orgullo que ver a Lamine Yamalcrecer y sentar a Raphinha. En cambio, un fan sudamericano quiere ver a brasileños, argentinos o chilenos en el Camp Nou. Los culés están encantados con Marc Casadó, pero Kimmich hubiera vendido de inmediato muchas más camisetas. Los canteranos, hasta que no se consagran, no ilusionan tanto más allá del mercado local. Son un proyecto deportivo y económico a fuego lento, en ocasiones muy lento. 

Por decisión estratégica (los blancos) y por necesidad (los azulgranas), Barça y Madrid tienen hoy dos modelos antagónicos, deportivos y económicos. Sobre el papel, y a corto plazo, el Madrid de los franceses parece una baza ganadora, pero ¿a medio y largo plazo? Si el Barça no pierde la paciencia, tiene una gran oportunidad entre manos. 

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